A finales de 1520 Toledo envió refuerzos a Valladolid, sede de la Junta. Eran 1.500 toledanos a los que se unieron los refuerzos de Madrid. Al frente de estas tropas marchaban Zapata y Padilla. El retorno del más prestigioso de los jefes comuneros, apartado voluntariamente cuando la Junta le había postergado prefiriendo a Girón para el mando de las tropas, tenía gran valor simbólico. Todo el mundo esperaba que la revolución iba a cobrar un nuevo empuje. El 31 de diciembre, la población de Valladolid dispensó una acogida delirante a Padilla, aclamado como si se tratara del Mesías. (Fuente: Joseph Pérez)